Capitulos:
123
1 - Simeón Pedro, un siervo y apóstol de Jesucristo, a los que por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, han alcanzado una fe igualmente preciosa que la nuestra:
2 - Gracia y paz os sean multiplicadas, en el pleno conocimiento de Dios y de Jesús, nuestro Señor.
3 - Por cuanto todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido concedidas por su divino poder, mediante el conocimiento pleno del que nos llamó por sus gloriosas proezas,
4 - por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegarais a ser consubstanciales con la naturaleza divina; habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia,
5 - así también vosotros poned toda diligencia en añadir a vuestra fe virtud, a la virtud, conocimiento;
6 - al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad;
7 - a la piedad, afecto fraternal, y al afecto fraternal, el amor.
8 - Porque si estas cualidades están en vosotros y abundan, no os dejarán estar ociosos ni estériles en el conocimiento pleno de nuestro Señor Jesucristo.
9 - Porque el que carece de estas cualidades, está ciego, teniendo cerrados los ojos, ha olvidado la purificación de sus antiguos pecados.
10 - Por lo cual hermanos, procurad aún hacer más firme vuestro llamamiento y elección, porque haciendo estas cosas, no tropezaréis jamás.
11 - Porque así os será dada ampliamente la entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
12 - Por esto, siempre habré de recordaros estas cosas, aunque seáis sabedores y estéis afianzados en la verdad presente,
13 - pues considero justo mientras estoy en este tabernáculo, despertaros con recordación;
14 - sabiendo que en breve debo abandonar mi tabernáculo, así como me lo declaró nuestro Señor Jesucristo.
15 - Yo también procuraré con diligencia que después de mi partida, hagáis en todo momento memoria de estas cosas.
16 - Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como testigos oculares de su majestad.
17 - Porque cuando recibió de Dios Padre honor y gloria, le fue dirigida de la majestuosa gloria esta voz: Éste es mi Hijo, mi Amado, en quien tengo complacencia.
18 - Y nosotros escuchamos esa voz dirigida desde el cielo, estando con Él en el monte santo.
19 - Tenemos también la palabra profética, la más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro hasta que el día amanezca, y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;
20 - entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura surge por iniciativa propia,
21 - porque la profecía nunca fue traída por voluntad humana, sino que los hombres hablaron de parte de Dios siendo guiados por el Espíritu Santo.